Ese incomprensible erasmismo español o la erasmomanía.


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Eugenio Asensio[1], excelente conocedor de la espiritualidad del Siglo de Oro quiere presentar el erasmismo español como una influencia humanista y religiosa que va pareja a otras corrientes espirituales ya existentes como los conversos, los franciscanos o los italianizantes que mantenían pensamientos e ideales parecidos. El detonante de la erasmomanía provocado por el hispanista francés Marcel Bataillon con su insustituible libro “Erasmo y España”, es que quiere explicar un amplio periodo de la historia de España reduciéndolo a un “artefacto” denominativo unificador sin tener en cuenta otros modelos de espiritualidad y corrientes humanísticas autóctonas. Gustavo Bueno[2]considera esta pretensión, un complejo de superioridad de los hispanistas y dirá al respecto: “otra cosa es que en los libritos de Erasmo pudieran encontrar esas elites alfabetizadas, los tópicos más corrientes que corrían por España expresadas en fórmulas útiles no sólo para corroborar sus propias ideas sino, sobre todo, para tomar conocimiento de que ellas estaban siendo compartidas por las elites de otras villas y ciudades. El erasmismo español habría que entenderlo, según esto, y a lo sumo, antes, como una “encuadernación” de ideas comunes que fluían internamente de la sociedad española del siglo XVI, que como una revelación, procedente del exterior y de lo alto, de ideas nuevas y revolucionarias”.

Para Manuel Revuelta[3] el erasmismo no es un concepto claro: “El erasmismo es para unos un episodio, para otros la clave del pensamiento del siglo XVI en su primera mitad. El erasmismo es herejía o cristianismo auténtico, paulinismo, religión interior frente a prácticas petrificadas, anti-escolasticismo, acicate moral frente a clérigos cuyo Dios era su vientre”.  Las preguntas que se siguen haciendo estos especialistas son si acaso los escolásticos no estudiaban a San Pablo o si solo era la religión católica una continua romería de beatas y clérigos materialistas, que necesitaban una espiritualidad y una ejercitación de sus facultades aburguesadas. Domínguez Ortiz también sostiene que las ideas importadas de Erasmo, ya las habían asimilado una cierta élite española que había llegado a parecidas conclusiones antes de formularlas Erasmo, aunque las encuentren mejor sintetizadas en este.

Manuel de la Fuente Merás[4] destaca tres periodos del erasmismo:

1º.-  El  primero de recepción, que va desde 1516 hasta su muerte en 1536. Es este, un primer momento de protección de su obra por parte del propio Emperador y los personajes más influyentes de su corte como Gattinara, el Obispo Fonseca o el Inquisidor Alonso de Manrique, en el que se intenta vincular la figura del humanista con Carlos V y se busca la aceptación del nuevo emperador y la instauración de un nuevo orden. Al final del periodo se produce una fuerte controversia de sus defensores contra las posturas mendicantes que exaltaban la religiosidad del espíritu.

2º.-  El segundo periodo es de difusión, comprendería los años 1536 hasta 1556, fecha en que abdica Carlos V y se imprime su obra en castellano. Lo que coincide también con su aparición en el Índice de Valdés. Es una etapa en que sus seguidores ponen su celo en el desprecio de las ceremonias religiosas.

3º.-  El último periodo, de ocultación, de repliegue. Que llegaría a mediados del XVI, con el Concilio de Trento. Es un momento de oscuridad en que diferentes autores parecen mostrar algunas posturas coincidentes con sus tesis, pero que no salen a la luz de forma clara.

Para Manuel de la Fuente se ha distorsionado a Erasmo considerándolo un personaje innovador, sin embargo cree que es una verdad a medias, puesto que en la mayoría de los casos solo recopila las ideas cambiantes de aquella sociedad. En España no sería Erasmo el primero en hablar de Reforma, ni defender la concordia entre el humanismo y la religión. Las corrientes espirituales de los alumbrados y franciscanos, las corrientes de los neoplatónicos y precartesianos o  de nominalistas formados en París, han sido otros de los pensamientos agitadores de reformas  como lo fue el erasmismo. Pero será en su momento cuando estudiemos la teología de los erasmistas concretos, cuando podamos ver si son erasmistas o simplemente alumbrados o luteranos con “denominación de origen”.


[1]El erasmismo y las corrientes espirituales afines (conversos, franciscanos, italianizantes)” Eugenio Asensio.- Revista de Filología española 36

[2] España frente a Europa. Gustavo Bueno

[3] «Corrientes culturales en tiempo de los Reyes Católicos y recepción de Erasmo«. Manuel Revuelta y Ciriaco Morón, editores. El erasmismo en España. Santander: Sociedad Menéndez Pelayo, 1986.

[4] El «Erasmismo» en la España Imperial. Una aproximación a su verdadero significado- Manuel de la Fuente Merás.

Publicado on 6 octubre 2009 at 15:24  Deja un comentario  

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